martes, 1 de octubre de 2013

DIALOGAR


Motivado por una discusión que mantuve el otro día con una persona, me vino en mente escribir este pequeño artículo.

La frase que detono en mi, un halo de indignación, fue la siguiente “Voy a dejar esta discusión porque no tengo, ni tiempo, ni ganas de seguir hablando de este tema contigo” seguido de una recomendación, que me invitaba a pensar, el porqué de su argumento.

Varias ideas, se agolparon inmediatamente en mi mente. Una de ellas fue la siguiente, si no tiene ni tiempo, ni ganas ¿porque abandona una discusión, después de cinco intercambios, porque no hacerlo al segundo? ¿O porque esperar hasta no tener tiempo? ¿O mejor aún, para que iniciar algo que piensas que no vas a tener tiempo de acabar?

Evidentemente, le conteste que yo más bien intuía que no era falta de tiempo, sino más bien, falta de paciencia y de argumentos, o en el otro orden, tanto da.

A lo largo de mi vida, me he ido dando cuenta de que la gente por lo general, no ama discutir, dialogar, ni confrontar ideas. Lo que la gente entiende por discutir sobre un asunto, tiene unas connotaciones muy negativas, es bastante común, que la mayoría de personas, le tenga más bien miedo a este noble arte.

La gente le tiene miedo al dialogo y hablo del verdadero dialogo. Hablo del debate, del verdadero y autentico debate, que se produce cuando dos ideas se enfrentan desde polos opuestos y contrarios.

En vez de verlo, como una oportunidad de aprender del oponente, solo ven un adversario que tienen que vencer. Lo ven, como una guerra, donde entra en juego, su honor, sus valores, su dignidad. Por una parte, le dan un aire de gravedad, que a mi juicio, no tiene y por otra, una falta de respeto total al debate. Porque cuando se alarga, abandonan y se van, cuando apenas ha empezado la contienda.

Hoy en día, estamos acostumbrados a la brevedad, todo ha de ser rápido, por esto triunfan los tiuteros. Mensajes cortos y concisos, pero totalmente faltos de espíritu.

Nadie está verdaderamente interesado en debatir largamente y de forma apasionada, acalorada, incluso ¿por qué no?  

La gente, lo encuentra aburrido, en general cuando planteas esta posibilidad, la mayoría de la gente te dirá que no sirve de nada discutir tanto tiempo con alguien, porque nunca vas a convencer a nadie de cambiar de opinión, por mucho que te empeñes, la gente no vera las cosas como tu se la planteas. O te dirán esto otro: Además, qué más da, cada cual piensa de una forma y está bien que cada cual, tenga su punto de vista, no hay que tratar de imponer tus ideas.

Y con este tipo de comentarios, entre los que se aburren, los que piensan que no sirve para nada y los siempre oportunos relativistas, que son legión por cierto, hoy en día. Resulta, que casi nadie debate nada nunca, nos conformamos con encender la tele o escuchar la radio  y ver como profesionales lo hacen por nosotros, gente que más que auténticos sabios, son “opinadores” profesional,  más parecido a actores de cine. Te los venden como especialista, en temas de medio oriente o como especialista en temas de política interna etc…. Y opinan de todo y para todos. Luego, la gente suscribe un bando u otro y asunto arreglado.

Se ha perdido el apetito por debatir de temas políticos o de cualquier otra índole, con tus amigos, familiares, vecinos, que es con quien realmente se debería hacerlo.

Porque al final, los verdaderos protagonistas de la vida, somos los ciudadanos de a pie, somos nosotros quienes hacemos que la vida en la calle exista, somos los que hacemos que la rueda gire, somos el carro y el buey.

Además, hemos perdido el verdadero significado de la palabra debatir o discutir, no se trata de convencer a tu oponente, ni de cambiarle las ideas, se trata de aprender, se trata de entender, comprender, escuchar, en definitiva. La forma de aprender algo, es justamente cuando te ves confrontado a lo desconocido a lo ajeno y exótico.

Deberíamos aprender a hablar por hablar, a debatir de lo humano y de lo divino, deberíamos amar el dialogo, sea en confrontación o en armonía. No existe, a mi parecer, nada más humano y enriquecedor, que hablar con un igual con un semejante, con una persona, en definitiva.

Además, si nos damos la oportunidad de intentar dialogar y discutir sin miedo, aunque sea incluso acaloradamente con alguien, podemos correr el maravilloso peligro, de cambiar de opinión o de matizar y variar de forma significativa la propia.

 

Un saludo, HASTA PRONTO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario