jueves, 22 de mayo de 2014

¡VIVA EL BORREGO!


Hola a todos, hoy he decidido colgar un texto que reproduciré a continuación,  habla de un tema muy interesante y actual. Os recomiendo vivamente la lectura de este articulo, evoca muy bien un problema contemporáneo, que define el mundo que viene y el mundo actual, con mucha precisión. Una vez leáis el artículo y como epilogo daré mi opinión personal.

 

Hemos caído en la trampa.
Es triste aceptarlo y sobretodo resulta profundamente descorazonador.
Pero es la cruda verdad.
La dictadura global avanza con paso firme y seguro.
El infierno del Control Masivo ya es un hecho imparable.

A mucha gente quizás le parezca absurdo que ahora, precisamente ahora, cuando se desenmascaran los casos de espionaje masivo de la NSA y de Wikileaks, alguien se exprese de forma tan derrotista.
Mucha gente quizás piense que jamás se habían desvelado tantas verdades juntas y que la sombra del Gran Hermano se aleja definitivamente, diluida por la cegadora potencia de los focos mediáticos.
Pero son precisamente esos focos mediáticos los que revelan la cruda realidad, los que nos muestran cuan terrible es la situación que estamos viviendo.

Porque realmente importa muy poco, por no decir, absolutamente nada, lo que está sucediendo sobre el escenario.
Poco importa que los gobiernos Europeos y Latinoamericanos se muestren
indignadosante la vigilancia masiva de la NSA.
Poco importa que algunos de ellos colaboraran o no en la vigilancia Norteamericana, como es el caso de Francia y España, enfrascados como están sus máximos dirigentes Hollande y Rajoy en una frenética carrera por dirimir cuál de los dos alcanza las más altas cotas de ridículo en la política Europea.
Poco importan las medidas que tomen Angela Merkel, Dilma Rousseff, o los
altamente democráticos gobiernos de China y Rusia en su lucha por rematar al malvado Imperio Americano, convertido ya en villano de su propia película.
Ni tan solo importan las nuevas revelaciones que puedan surgir a partir de ahora, porque en realidad, nada va a cambiar lo que puedan aportar Edward Snowden, Julian Assange, la NSA, ni mil y un documentos filtrados o sacados a la luz quien sabe desde qué oscuros ficheros.


No nos dejemos embaucar por la estimulante inmediatez de las noticias ni por el torbellino de detalles superficiales formados por luces de colores y titulares rutilantes y explosivos.
Y mucho menos por las presuntas soluciones que
surgirán milagrosamente, aparentemente destinadas a preservar nuestra privacidad y nuestra seguridad en ese pomposamente bautizado como espacio de libertad que es Internet.

Porque la verdad es que el Gran Hermano ya ha triunfado.
Ya está aquí.
Y ha llegado para quedarse para siempre, para formar parte integral de la Especie Humana hasta el fin de los tiempos.

Esa es la espantosa y terrorífica realidad.

¿Porqué?
Porqué ya vivimos sometidos al más estricto control las 24 horas del día, rodeados de las omnipresentes cámaras de vigilancia en calles, oficinas, edificios y carreteras.
Y porque somos totalmente incapaces de prescindir de los móviles y de las tablets y sobretodo de Internet y del imparable almacenamiento de nuestros datos en la Nube, esa suerte de creciente
cerebro común que nos arroja a un nuevo y tenebroso estado como especie.

Y ante todo, porque a nadie le importa ni le preocupa en lo más mínimo que le estén vigilando y controlando.
Porque al fin y al cabo, ¿Cuales han sido las 2 frases más pronunciadas por la ciudadanía tras desvelarse el escándalo de vigilancia masiva de la NSA?
“Todos lo sabíamos”
y
“Yo no tengo nada que esconder”

Frases repetidas hasta la saciedad por la gente de la calle, como un mantra hipnótico, que revelan el profundo estado de condicionamiento mental y de vergonzante sumisión al que estamos todos sometidos.

Porque en realidad, estas frases ocultan un mensaje mucho más duro de aceptar:
“Todos lo sabíamos”
en realidad significa: “no hicimos nada por impedirlo”
“No tengo nada que esconder”
en realidad significa: “no me importa en absoluto que me vigilen…no me importa mi privacidad ni me importa mi dignidad como ser humano…solo quiero que me dejen seguir jugando con mis chismes”

Y este es el punto clave que determina el triunfo final del Gran Hermano.
La sumisión psicológica, la mente conquistada, el apático conformismo de los individuos ante la destrucción de sus libertades y de su dignidad.
Así ha triunfado el
mal siempre y así triunfará de nuevo.
Aunque esta vez será para siempre.

CÓMO NOS HAN MANIPULADO
Pero llegados aquí, quizás deberíamos preguntarnos ¿cómo hemos llegado a este punto sin retorno?
Ciertamente, el triunfo del Gran Hermano se fundamenta en 7 maniobras de manipulación psicológica, 7 mecanismos clave instalados en nuestra mente sin los cuales no habríamos aceptado tal situación:

1-Inoculación
Este es el primer paso, el punto inicial de toda programación mental de la población.
Básicamente consiste en inocular una idea en el imaginario común, con el objetivo denormalizarla, es decir, hacerla plausible, comprensible y asumible para todos, hasta convertirla en una posibilidad vital.
El objetivo principal consiste en eliminar el impacto emocional que implicaría imponer súbitamente y por la fuerza el
concepto que se quiere inocular.
En este ejemplo concreto, el
concepto a inocular es el del Control Masivo de la Población.
El vehículo habitual y más efectivo utilizado para introducir conceptos destinados a moldear el imaginario social es la ficción cinematográfica y televisiva de masas.

Así, durante años hemos sido inoculados progresivamente con el concepto del Control Masivo a través de exitosas películas, como por ejemplo: El Show de Truman oEnemigo Público, hasta culminar en series de TV como Person of Interest, donde la visión de ese Control ya es casi real, sin olvidar el show televisivo más destructivo y malintencionado jamás creado: Gran Hermano.

Todas estas ficciones, especialmente Enemigo Público y Person of Interest, dada su plausibilidad y actualidad, han condicionado nuestra mente para que pronunciemos sin pestañear la frase: “Todos lo sabíamos”.
¿Qué habría sucedido si nuestra mente jamás hubiera ni tan solo concebido la posibilidad del control masivo que nos ofrecen estas obras de ficción?
¿Cómo habría reaccionado entonces la población al despertarse un buen día y descubrir que todas nuestras llamadas y mensajes son monitoreados, analizados y almacenados?
El impacto podría haber sido brutal.
La confianza hacia nuestros gobernantes y hacia el sistema entero se habría venido abajo, como si un repentino día descubrieras que tus padres te secuestraron cuando eras un bebé o que tu marido es un asesino en serie.
Pero ese impacto no se ha producido, porqué el
concepto ya había sido hábilmente inoculado en nuestros cerebros.
Por esta razón no ha sucedido ni sucederá nada.

2-Generalización
Otro de los puntos clave consiste en conseguir que el
concepto afecte a todas las personas sin distinción.
Pongamos el ejemplo del Control Masivo.
¿Qué sucedería si un día despertaras y descubrieras que solo te vigilan a ti?
¿Qué solo controlan tus llamadas, que solo monitorean tus datos y comunicaciones y que las cámaras solo te graban a ti, exclusivamente?
Simplemente, no podrías soportarlo y tu reacción podría ser imprevisible.
Sin embargo, si sabes que todos somos controlados y vigilados por igual, la idea del Control se te hace mucho más
reconfortante y aceptable.
No te sientes como el
único, como el aislado, como el perseguido.
Y eso reduce en gran medida tu sentimiento de rebeldía.
Es un sentimiento análogo al que tendrías si te dijeran que has contraído un virus mortal y que solo lo has contraído tú.
Te sentirías señalado y maltratado por el universo, por el destino o por Dios.
Sin embargo, si sabes que ese virus proviene de un brote epidémico que ha afectado a la mayoría de la población mundial y que vamos a morir todos, te sientes integrado en un destino común y en cierta manera, eso te
tranquiliza.
Desgraciada y paradójicamente, este es uno de los resortes psicológicos que impiden que nos rebelemos ante el establecimiento del Gran Hermano.

3-Seguridad
Evidentemente, el argumento base, la excusa, el vil subterfugio en el que se fundamenta el establecimiento del Gran Hermano, es en la supuesta seguridad de la población.
En esa división ficticia entre
Buenos y Malos, entre ciudadanos pacíficos y terroristas criminales.
Este es el punto que nos lleva a pronunciar la patética frase:
“yo no tengo nada que esconder”.
Una frase terrible, pues alberga en su interior muchas implicaciones.
La primera consiste en considerarse el
bueno de la película sin tan solo preguntarse por las motivaciones que puedan tener los supuestos malos ni quienes son en realidad.
La segunda y aún mas terrible es la aceptación sumisa de que la
autoridad tenga derecho a vigilar si escondes algo o no.
Tal cesión del poder individual, reflejo directo del mundo que hemos construido, resulta sin lugar a dudas, el hecho más lamentable y despreciable de todos, pues representa un insulto directo a nuestra propia naturaleza humana más esencial.
Pero comprender esa esencia implicaría una conciencia profunda como individuos y eso es algo difícil de conseguir y transmitir, pues ha sido debidamente borrada de nuestra mente por la sociedad, a través de esas factorías de programación mental que son las escuelas.

4-Dependencia
A estas alturas, ya no sabemos prescindir de los propios mecanismos tecnológicos que sirven para controlarnos.
Somos dependientes de ellos, o más bien dicho,
nos sentimos dependientes.
La mayoría de gente no sabría vivir sin su teléfono Móvil, su Smartphone, su Tablet, su Computadora, su Whatsapp, su Twitter o su Facebook.
A pesar de que muchos de ellos hayan vivido feliz y confortablemente durante muchos años sin ninguno de estos elementos.

Ahora parece que hayan estado ahí siempre y que sin ellos la supervivencia sea imposible.
Y lo cierto es que nadie querrá aceptarlo, pero hay una palabra para definir eso: se llama
Adicción.
Pura adicción psicológica.
Somos adictos a las redes sociales y a nuestros móviles y
chismes como lo es un heroinómano o un jugador.


Y como los adictos nos hemos buscado mil y una excusas para justificar nuestra adicción.
Nos hemos convencido a nosotros mismos de que
los necesitamos.
Pero eso no es cierto.
Los necesitamos
porque los demás también son adictos como nosotros y no queremos quedarnos solos y aislados.
Se trata de un curioso caso de adicción psicológica social, de carácter masivo, en la que todos ejercemos de
camello y de yonki a la vez, una estructura altamente eficiente que impide que nadie abandone jamás su adicción.

5-Participación
Este es quizás uno de los puntos clave más sutiles y tenebrosos.
Pues lo cierto es que no solo somos víctimas del Control Masivo.
También somos partícipes de él y cada vez lo seremos más y más.
En los últimos años, todos y cada uno de nosotros hemos abandonado el rol de mero espectador del espectáculo audiovisual, para pasar al otro lado de la cámara.
Y este es un salto psicológico esencial.
Crucial.
Desde el mismo momento en que somos nosotros los que podemos grabar a los demás, desde el mismo momento en que podemos capturar el mundo y verlo en una pequeña pantalla en tiempo real, nuestra mente supera la línea divisoria y nos introduce inconscientemente en el rol del controlador, del vigilante.
Nos hace partícipes del proceso de Control Masivo y eso reduce enormemente nuestra angustia y de nuevo, nuestra rebeldía.
Nos hemos acostumbrado a ver mil y una imágenes furtivas grabadas con móviles. Imágenes de agresiones policiales, delitos, peleas, accidentes de tráfico y desgracias de todo tipo, vistas en cámara subjetiva.
Nos hemos acostumbrado a grabar sin pedir permiso y a ser grabados sin concederlo.

Porque nosotros también somos el Gran Hermano.
Y eso sí es terrible.
Pues en un futuro cercano, todos nos grabaremos los unos a los otros, todos ejerceremos de vigilantes, de controladores y de denunciantes.
Ahora quizás parezca una fantasía alocada, pero si todo sigue así, llegará un día no muy lejano en que cada cara que nos crucemos por la calle será una cámara de vigilancia y cada mirada una grabación…y llegados a ese punto ¿qué seremos nosotros?


Solo seremos actores, fingiendo constantemente para ser aceptados por los demás y por la sociedad.
El triunfo absoluto de la dictadura más atroz y aterradora jamás imaginada, la destrucción de la esencia individual del ser humano y de la libertad personal hasta sus raíces más profundas.

6-Modus Vivendi
Este significa, sin duda, el punto culminante del proceso, la garantía de perpetuación del Gran Hermano: convertir el Control Masivo en un modo de vida.
Y es que ciertamente, ya hemos llegado a esta situación.
Ahí están las nuevas generaciones, crecidas al amparo de los Smartphones y las redes sociales.
Generaciones de jóvenes acostumbrados a exhibirse como monos de zoológico ante los turistas, adictos a la exposición pública de sus rutinas diarias, como un modo de vida y de relación con los demás.
Criados desde pequeñitos en la navegación por las redes sociales, en las que ver constantemente mil y una caras iguales a las suyas, con ropas, peinados, poses y posturas imitadas como las suyas, en un patético e infinito bucle de
imitación-exhibición-imitación con el que diluir cualquier atisbo de individualidad en ese ácido tóxico que es la masa despersonalizada.


Esa es la triste realidad: la aparición de una nueva
subespecie humana, formada porsemi-individuos con espíritu de colmena, incapaces de vivir si no es bajo la (para ellos)cálida mirada de la omnipresente cámara ante la cual rendir credenciales de forma sumisa y voluntaria.
Porque con las nuevas generaciones, al Gran Hermano ya no le hace falta camuflar sus actividades.
Se exhiben gratuita y voluntariamente, dando todos los detalles sobre sus pensamientos, conductas, actividades e intenciones.
No solo son vigilados y controlados.
Quieren ser vigilados y controlados. Lo necesitan.
Una
maravillosa generación de esclavos que por encima de todo desean ser esclavizados. Cuyo único sueño es ser esclavizados. Incapaces de concebir cualquier cosa que no sea su propia esclavitud.

7-Ilusión de victoria
Por último, el Gran Hermano nos ofrece un hábil y malintencionado resorte al que podemos asirnos en momentos de desesperación o súbita clarividencia.
Se trata de un brillo de esperanza prefabricado: la visión del Hacker romántico, del liberador, del Robin Hood de las redes, capaz de derrotar al
dragón.
El héroe invencible que desde el anonimato de un aislado sótano puede acabar cuando quiera con tanta opresión masiva, reventando el sistema entero desde su interior.
Una fantasía inoculada junto al concepto del Control Masivo, por la misma vía de la ficción cinematográfica, que actúa como un anticuerpo ficticio en el que, en última instancia, podríamos confiar para liberarnos del Gran Hermano, de la bestia que nos aprisiona.
Pero solo es una patraña.
Un simple y burdo engaño.
Una ilusión en la que no debemos confiar, a pesar de los esfuerzos mediáticos por mostrarnos a algunos de estos héroes solitarios y presentarlos como una alternativa real, con nombres y caras reales y reconocibles, como Julian Assange, Kim Dotcom, Edward Snowden o el sospechoso colectivo Anonymous.

Pero realmente, el Gran Hermano los necesita.
Porque sin ellos no habría alternativa, no existiría oposición alguna ni lugar a la esperanza y entonces solo quedaría una opción para oponerse al Gran Hermano: cortar los cables, reventar los móviles, derribar los satélites, destruir las redes, demoler el sistema entero…¡y eso sí sería peligroso!
Es mucho mejor una alternativa fiable, una cara amable y heroica que forme parte de los propios mecanismos del sistema.
No hay mejor enemigo que el que creas y controlas tú mismo.
Lo saben todos los gobernantes de la historia.

Así pues, ¿Alguien duda aún de que el Gran Hermano ya ha triunfado?
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
¿Se trata de un proceso casual o ha sido fruto de una hábil y compleja maniobra de ingeniería social, dirigida durante generaciones?

Ciertamente, poco importa ya.
El sistema de Control Masivo ya está instaurado.
Y basa sus futuros triunfos en la falta de perspectiva de los ciudadanos.
En la falta de visión de esos ciudadanos que ahora piensan que
no importa que les vigilen, incapaces de comprender las profundas implicaciones que este sistema de control tendrá sobre sus vidas y sobre las de sus descendientes.
Ciudadanos que no comprenden que al otro lado no se encuentra
un señor con auriculares que escucha sus conversaciones y toma notas en un trozo de papel, sino una fría y desalmada máquina que los clasifica, los analiza y los monitorea como si fueran piezas de una factoría o pollos de una granja.
Una máquina sin sentimientos ni empatía que ni tan solo sabe lo que es un
ser humano, que nos clasifica a todos según nuestros perfiles, costumbres, aficiones, amistades e inclinaciones ideológicas e incluso sexuales.

Y con cuya información, determinadas entidades pueden saber, en cada momento, qué resortes deben accionar y cómo deben hacerlo para manipularnos y conducirnos como a un rebaño camino del matadero.
Con un poder de control que ni el más enloquecido de los dictadores y criminales de la historia habría podido ni tan solo soñar.
Porque poco importa que ahora
nos portemos bien y no tengamos nada que esconder.
Los criterios de la máquina pueden ser programados a conveniencia y podemos convertirnos en peligrosos cuando
ella decida, no cuando lo decidamos nosotros.

Y por más que nos auto-engañemos, por más que decidamos calificar de paranoicos a los que nos adviertan del terrible futuro que se cierne sobre nosotros, por más excusas y subterfugios que busquemos, lo cierto es que, ahora mismo, la única solución, la única salida para impedir que el Gran Hermano siga adelante, pasa por la renuncia radical y generalizada a estas tecnologías y por la demolición del sistema hasta sus cimientos.
Algo triste, casi inconcebible para todos nosotros, pues amamos estas tecnologías, nos hacen la vida fácil y sobretodo, somos
adictos a ellas.

Pero desgraciadamente nadie toma conciencia de la enorme magnitud de lo que está sucediendo.
Porque no se trata de una cuestión ideológica, política o social.
No es una mera cuestión de
organización o de libertades civiles.

Estamos ante un salto como especie, un momento crucial a nivel evolutivo, pues implica la desaparición de la esencia misma del ser humano tal y como lo hemos conocido hasta ahora y el surgimiento de un nuevo tipo de humanidad.

Por qué la gran pregunta que se plantea es de una profundidad sin precedentes:
¿EN QUÉ TIPO DE SERES QUEREMOS CONVERTIRNOS?

Tú decides.

GAZZETTA DEL APOCALIPSIS

 

Si bien, todo lo que describe el articulo es bien real y cualquier persona observando su alrededor lo puede notar.

Yo no sería tan pesimista, ni mucho menos y me explicare.

A mi juicio, la humanidad en su conjunto o sea cogida como un todo, necesita tener unos mecanismos de control para definir un marco de convivencia, sin el cual vivir en sociedad, seria técnicamente imposible. Siempre que esto sucede, es bien seguro que siempre hay una cierta dosis de cesión de tu individualidad y de tu intimidad, al servicio de la sociedad, en su conjunto. Esta persona, habla del aborregamiento actual, como si fuera algo novedoso.

Pero siempre ha existido, siempre ha habido una oligarquía que a controlado las masas, mediante algún subterfugio.

Si nos remontamos en la historia, en épocas remotas, empezamos a tener gente que manipula psicológicamente a los demás, cuando empieza a surgir el gurú del clan y empieza a acumular privilegios y poder. Lo que seguramente, empezó como algo inocente y natural, como es adorar al sol y a los astros, por parte de las personas de bien, rápidamente fue capitalizado por algún tipo más avezado que los demás, para así ejercer algún tipo de adoctrinamiento, que casualmente jugaba a favor del adoctrinador, iluminado o tocado por los dioses, como transmisor al resto de los mortales, de algún nexo entre ellos y el mas allá.

Las religiones, son el perfeccionamiento de esta practicas de forma más refinada y aprovechando la última tecnología de entonces, que fue la escritura. De repente, empezaron a brotar como por arte de magia, montones de panfletos, dictados por supuestas deidades que había insuflado al espíritu de algún santurrón, las tablas de las leyes, por los que aun se rigen bastantes gentes.

Al calor de las religiones y siempre en buena simbiosis, empezaron a aparecer los reinos o imperios absolutistas, que combinando la religión y el uso del ejército ya organizado, conseguía someter a masas de gente bajo su yugo.

Mucho más tarde, apareció la ilustración y su intento de librar a unas masas que llevaban siglos totalmente sometidas, por unos pequeños y poderosos grupos oligarcas, que ejercían el poder más perfecto jamás conseguido sobre sus súbditos.

Los ilustrados se imponen y supuestamente liberan las masas de sus servidumbres y educan a esta, mediante escolarización obligatoria, servicio militar etc…

Porque digo supuestamente, porque en realidad se trataba de una necesidad de la burguesía, que era la nueva dueña del cotarro, ellos eran dueños de una revolución tecnológica en ciernes, que se intuía poderosa e casi inagotable, pero para poder desarrollarla con seguridad, necesitaban una masa menos ignorante y beata y más educada, para manejar maquinas y ¡voila!…de golpe y porrazo, tenemos una masa súper educada , muy entrecomillas, para poder manejar maquinas con precisión y todo tipo de nueva herramienta, para esto se necesitaba unos mínimos rudimentos en lectura y escritura.

¿Qué pasa ahora?

Pues que estamos en la frontera de otra revolución tecnológica y sin darnos cuenta, estamos inmersos en otro momento clave. El poder está otra vez cambiando de mano, desde el burgués ilustrado, al tecnócrata, al hombre que tiene el conocimiento tecnológico y que sabe como desarrollarlo y controlarlo.

Pero solo es, una fase más, normal y corriente con sus cosas buenas y malas, como todas las anteriores. En todo movimiento, siempre existe la autorregulación que siempre ha logrado que la gente de bien y normal siga funcionando al fin y al cabo con los mismos valores y objetivos. Que siempre han sido, conseguir sacara adelante su familia y vivir lo más feliz posible, dentro del entorno y circunstancias sociales imperantes, en cada fase.

La pelea por el poder, siempre ha sido y será, cosa de pocos, unos pocos sociópatas, que necesitan este supuesto poder, para ser felices. Las personas normales y sanas, que por fortuna son mayoría, no necesitan esto. Pero a pesar de ello y por culpa del uso de las técnicas de manipulación social ya mencionadas, se ven arrastradas en guerras absurdas y sin sentido. Siendo a la vez víctimas y verdugos, de las más atroces matanzas entre personas, que uno se pueda imaginar y todo por nada.

Lo único realmente novedoso aquí, es el culto al egocentrismo. Este es el monstruo que se nos puede escapar de las manos. El mismo artículo que ha escrito este hombre, es una loa al ego individual tremendo.

No entiendo, como pretende atacar el problema del control de la gente del pueblo, mediante ingeniería social y tecnológica, con un discurso basado en una locura aun mayor, que es intentar decirle a la gente, que lo que tiene que hacer, es ser súper egocéntrica y aislarse de esta sociedad aborregada por la matrix.

Pero si un individuo se aleja de su sociedad y se aísla, está demostrado, que no llega a ninguna parte, solo será preso de alguna secta, que hará con él lo que quiera y nada bueno en general.

En definitiva, si unos es una persona de bien, no debe ceder al pánico y debe aplicar el sentido común instintivo que todos llevamos impreso en nosotros.

Este sentido común, le enseñara a vivir su vida, sin dejarse influenciar demasiado, ni por la adicción a las nuevas tecnologías, ni por los nuevos gurús, que quieren que nos alejemos de nuestra sociedad madre y nuestros valores tradicionales ancestrales, para adentrarnos en un mundo de rebeldía extraño y que no se sabe muy bien con que oscuros objetivos.

Dentro de la sociedad, se vive muy bien, si uno sabe coger lo bueno que hay en ella y dejar de lado lo adictivo y malo.

Un saludo.